Ayer leía la noticia de la próxima subida de precio del Bicing, nada menos que un 116´13%, quedando el abono a 97´5 € anuales.
Soy usuario de Bicing desde 2009. En este tiempo, nuestra relación ha sido más bien de amor-odio.
Amor por una buena iniciativa, que correctamente gestionada, es la mejor alternativa al transporte privado por la ciudad para personas que no podemos tener bicicleta en casa. En mi caso, vivo en una finca muy antigua, donde los tramos de escalera son completamente diferentes unos de otros, muy estrecha y baja, lo que me impide subir y bajar la bicicleta sin acabar dañando las paredes y la propia bicicleta. A la hora de guardarla, la minúscula terraza de mi minúsculo piso queda completamente ocupada por el vehículo.
No es mejor opción dejarla en la calle. El vandalismo y la falta de respeto a la propiedad ajena en esta ciudad, ya son legendarios y traspasan fronteras.
Odio por una serie de problemas y situaciones que rozan lo inimaginable. Las más comunes son no encontrar bicicletas en varias estaciones a la redonda. Encontrar una estación llena de bicicletas, pero fuera de servicio. Coger una bicicleta a la que no le funcionan correctamente los frenos, o el cambio de marchas, o el bloqueo del sillín, o tiene una rueda pinchada, o hace un ruido demoníaco, o no hay fuerza humana capaz de mover los pedales. Normalmente, cuando se llega a una estación en la que quedan sólo dos o tres bicicletas, ya sabes que una por lo menos es inservible, y suele ser la que te adjudica el sistema.
Disponen de una aplicación para teléfonos y ordenadores, que siempre suelo mirar antes de salir de casa para ir directamente a la estación que disponga de más de tres bicicletas. No avisan de posibles incidencias, y un día que bajé hasta la Plaça Catalunya, me encuentro que todas las paradas habían sido puestas fuera de servicio, no recuerdo con qué motivo. La siguiente parada operativa que encontré fue en la calle Enric Granados con Plaça Letamendi. Por suerte salgo con bastante tiempo, y aquel día me tocó ir corriendo por la calle, temiendo que pasara el tiempo, ya que los lectores de la Plaça Catalunya no me daban los supuestos 10 minutos de margen adicional al no poder dejar la bicicleta. No obstante llegué unos minutos tarde, chorreando de sudor y sin respiración. Si tienen previsto anular tantas paradas, y en zonas tan concurridas, podrían enviar avisos o mostrar en pantalla de las aplicaciones estas incidencias, para así no perder tiempo.
Lo más curioso fue una ocasión en que me llegó un cargo a mi tarjeta de crédito. Siempre he considerado que si quieres desplazarte por la ciudad, respetando semáforos, circulando por carril bici y a una velocidad que no ponga en peligro mi integridad ni la de los peatones que me rodean, 30 minutos son escasos. A partir del minuto 30, te comienzan a cobrar, y si pasan dos horas ya te sancionan, poniéndote en aviso que al tercer incidente quedas fuera.
Me puse en contacto con el teléfono de atención al cliente de Bicing, y me comentaron que el cargo se debía a no haber devuelto la bicicleta. Ante mi sorpresa y estupor, reclamé al respecto, y me pedían que les indicase el día, la hora, el número de estación donde había devuelto la bicicleta, y el número de la bicicleta, y había pasado ya más de un mes. Les comenté que, como me parece lógico, no suelo tomar nota de estos datos, pero sí compruebo que la bicicleta queda correctamente anclada al devolverla, y la luz en color rojo fijo. La voz al otro lado del teléfono insistía en no poder cursar la reclamación sin esos datos.
Tras un cruce de llamadas, correos electrónicos y envío de un comprobante bancario por el cargo en la tarjeta (cosa que no entendí, ya que los que dieron la orden para el cargo fueron ellos, y me hicieron demostrar que así fue), conseguí la devolución del dinero, y que me fuese retirado el "primer aviso".
Desde ese día, mis simpatías hacia Bicing han desaparecido, y el anuncio de la subida de precio ha sido el fin de mi relación. Ya he avisado al banco para que no paguen ningún cargo al respecto.
Como alternativas, se me ocurren dos.
Primera, recuperar un viejo ciclomotor de mi propiedad, al que apenas doy uso y guardo más como recuerdo. Calculo que con 97´5 € puedo hacer más de 2500 kilómetros por la ciudad, tomando como referencia los que hacía antes de optar por Bicing. Esta opción me gusta menos, al ser un motor de dos tiempos contamina mucho.
Segunda, comprar una bicicleta barata plegable, hace poco vi unas que valían poco más de 100 €, 105 si no me equivoco. Esta cifra, me permite usarla durante un año, ponerla a la venta al cabo de ese tiempo por 40 ó 50 €, y comprar otra. Tendré bicicleta disponible en cualquier momento, y seré responsable de su mantenimiento, con lo cual mis quejas al respecto se resolverán. Con un poco de suerte no tendré problema para guardarla en casa. Más económico que Bicing. Esta opción me parece acertada. Adiós Bicing, adiós.